La viña es una planta dura. Puede crecer una gran variedad de lugares y climas. Solo el frio extremo durante el ciclo vegetativo o el encharcamiento continuo de los suelos impiden prosperar y dar frutos.
Descansa de noviembre a marzo. La savia baja hasta el tronco y es con esas reservas, acumuladas también en las raíces, con las que sobrevive durante el invierno. Podamos nuestros viñedos una vez que haya helado o después de nevar, cuando lo hacía cada invierno. Año de nieves, año de bienes es un buen refrán para el campo. La nieve además de dar agua buena porque filtra al suelo despacio, mata las larvas, insectos, además de otros beneficios.
Enero, febrero son meses para podar. Si no se podase, la planta podría alcanzar hasta los 30 metros de longitud, y sólo prosperaría las yemas de los extremos y las cercanas al tronco no brotarían. Esos racimos madurarían con dificultad y serían de tamaño pequeño, ácidos.
La poda se debe hacer en días de tiempo seco para evitar humedad en los cortes hechos y que las temperaturas no sean muy bajas para evitar que la madera se vuelva quebradiza.
Es un trabajo manual que requiere conocimiento y experiencia por parte de las personas que lo realizan, para que podamos disfrutar de un buen vino.
¿Por qué podamos?
» Controla y limita el número de racimos
» Reduce el vigor natural de la planta para que centre sus esfuerzos en la producción del fruto
» Encuentra el equilibrio entre la cantidad de vegetación y la carga de fruto
» Mejora la exposición solar de hojas y racimos
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