Hubo un tiempo en el que nos dio por cambiar la etiqueta del rosado.
Probamos. No acertamos. Nos dimos cuenta de que lo que más nos gusta, y lo que mejor le sienta al vino, es la serenidad de la etiqueta blanca.
Sin ruidos. Sin trucos. Y estamos contentos. Con la etiqueta, sí.
Pero sobre todo con lo que hay dentro.
Estrenamos la añada 2024 de nuestro rosado.
Es 100% de la variedad tempranillo tinto, aunque en Rioja bastaría con un
25% de uva tinta para llamarse rosado.
Nosotros elaboramos el rosado exclusivamente con uva tinta. Porque es un rosado pensado para quien disfruta del tinto.
Fresquito, sí, pero con carácter. Un vino informal pero elegante.
De esos que acompañan bien una comida, una charla, una tarde sin guion.
Y en estos tiempos en que parece que todos bebemos menos -pero mejor- vale la pena tenerlo siempre a mano.
Sobre todo en verano, cuando uno agradece algo fresco, rico, sin complicaciones.
Si quieres probar esta nueva añada, y comprobar su alma de tinto, puedes conseguirlo en nuestra web.
Esta es su ficha de cata:
Comparte frescura y viveza con la riqueza y el sabor que le dan su afinado sobre lías durante 7 meses y las uvas tintas tempranillo, sin mezcla con uvas blancas. Esta cuidada elaboración se muestra en su versatilidad: aperitivo ideal, acompañante de una buena comida, muy gastronómico. Muy apropiado para la cocina asiática, que en general armoniza mal con los tintos.
Aromas de frutos rojos ácidos, frambuesa, regaliz, un toque amelonado. En la boca tiene delicadeza y largura, buena presencia, redondez en un fondo alegre y rico.
100% tempranillo de nuestro pago Los Olivos, en Ollauri. Cultivado en ecológico, vendimiado a mano el 19 de septiembre. Obtenido por sangrado, método que sólo utiliza el mosto yema, el más delicado y frutal. Fermentó a muy baja temperatura, y ganó amplitud en boca en su afinado de 7 meses.
La cosecha 2024 fue escasa, un 25% menor que la media. Por una parte la viña notó la sequía de los años anteriores; por otra afectaron las malas condiciones climáticas en la floración y el cuajado.
Las lluvias abundantes en agosto y primeros de septiembre obligaron a acelerar la vendimia aprovechando las ventanas de buen tiempo. La rapidez en la recolección y la elección de las fechas fueron la clave en un año difícil. Era nuestro objetivo y lo conseguimos: uvas sanas, vendimiadas con rapidez en un año con alto riesgo de deterioro de la fruta.




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